José Salvador Alvarenga, de 37 años, continua débil y no hay planes para que se le repatrie en breve, dijo Diego Dalton, funcionario en la embajada de El Salvador en Japón.
José Salvador Alvarenga, de 37 años, continua débil y no hay planes para que se le repatrie en breve, dijo Diego Dalton, funcionario en la embajada de El Salvador en Japón.
El salvadoreño, al que las corrientes llevaron a una costa hace unos días, fue trasladado a Majuro, capital de las Islas Marshall, donde reposa en un hotel.
Dalton llegó el viernes en la noche a Majuro y se reunió con Alvarenga.
Alvarenga tiene una salud "muy frágil" y no será repatriado hasta que esté en condiciones de hacer el viaje, afirmó Dalton. "Su regreso dependerá de cuando su salud le permita hacer el largo viaje de regreso".
La animada aparición de Alvarenga el lunes mientras saludaba a cientos de personas en Majuro hizo que muchos cuestionaran su historia. Antes había dicho a las autoridades que zarpó de México a finales de 2012 con otro pescador, quien murió después, a buscar tiburones cuando una tormenta los sacó del curso y quedaron a la deriva.
Pero Alvarenga se veía mucho más débil el jueves durante una presentación pública que hizo en el hotel y le tuvieron que ayudar dos personas mientras había otros dispuestos a auxiliarlo.
Las autoridades dijeron que Alvarenga necesitaba ser llevado al hospital para realizarle más chequeos médicos y que posiblemente pasarían tres o cuatro días antes de que estuviera lo suficientemente bien para regresar a El Salvador.
Hombre de mar. El drone de LA PRENSA GRÁFICA captó la zona de Garita Palmera, en Ahuachapán, donde nació José Salvador Alvarenga, el pescador cuya historia fue publicada en diversos medios de comunicación alrededor del mundo.
Visitas inesperadas
Desde la mañana, la casa de doña Julia y don Ricardo se llenó de alegría al conocer la noticia de su hijo, y más tarde también fueron llegando periodistas que buscaban conocer la historia del salvadoreño cuya travesía ha dado la vuelta al mundo.
Gracias a una periodista, sus yernos y ella lograron hablar con José Salvador, quien según le dijo no sabe dónde está.
“Solo me dijo: ‘¿mamá, ¿cómo está?, ¿cómo se siente?’ Feliz hijo, le digo yo, porque vuelvo a oírle su voz”, relató doña Julia en su casa en Garita Palmera, a metros de donde José Salvador se inició como pescador.
Pero ya antes, tras recibir las primeras informaciones, aseguró que ya añora el reencuentro.
“Quiero verlo, quiero abrazarlo... y quiero que tenga fe porque el Señor me lo ha salvado, Diosito me lo sacó”, agregó la mamá del compatriota.
José Ricardo Orellana, padre, aseguró que es un momento de alegría saber que su hijo está vivo y de tristeza al ver su estado. “Pero le damos gracias a Dios de que está vivo y que lo están atendiendo con medicina”, manifestó Orellana.
Consideró que ante la travesía de su hijo fue “con el poder de Dios mi hijo ha vivido y con las buenas personas” que lo encontraran, agregó.
“No me aburro darle gracias a Dios por saber que él está vivo, porque no es fácil estar tanto tiempo” en el mar y en esa situación, agregó conmovido.
Según relató, el compatriota inició ayudando a los pescadores hasta que a los 16 años ya salía a pescar en un mar al que María Julia teme.
Después, por un tiempo, José se dedicó a hacer pan, que salía a vender en su bicicleta.
“Ahí está el horno”, señaló doña Julia orgullosa.
José Salvador es el tercero de 10 hermanos, relató doña Julia. De estos, cinco residen en Estados Unidos y solo uno más también se dedicó a la pesca.
Juan Molina, amigo de la infancia de José al que todos llaman “el Chele”, comentó que junto a su hermano le ayudaron para que trabajara en San Salvador.
“Le gustaba andar en bicicleta”, recordó.
“¿Cómo vamos a hacer para tenerlo aquí? Solo Dios sabe”, aseguró don Ricardo. Su esposa pide que lo traigan por avión, ya que así el recuentro será más rápido.
Los padres recordaron que José Salvador se fue a México cuando tenía alrededor de 22 años y regresó al país en tres ocasiones.
Aseguraron que su hijo no buscaba ir a Estados Unidos, donde residen otros cinco hermanos, ya desde México aseguraba que podía venir más fácilmente.
La última vez que los visitó fue alrededor de 2007, cuando su hija, Fátima, tenía cuatro años.
Por su lado, la niña, de 14 años, se mantiene a la expectativa del regreso de un padre al que aún no conoce, pero del que siempre tuvo la esperanza de que seguía vivo. Durante todo este tiempo esperaba “que algún día iba a venir, nunca perdía la fe”, aseguró Fátima.
La misma fe mantuvo todo este tiempo doña Julia, que aunque muchos creyeron que José Salvador había muerto ella sabía que su hijo iba a regresar.
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